La historia del derecho romano comienza en los territorios orientales, con la conformación del Imperio Bizantino, que perdura hasta la conquista de Constantinopla por los turcos y que alcanzó su máximo esplendor con el emperador Justiniano (527-565). La administración se centraliza en cabeza del Emperador, el imperio queda dividido en cuatro prefecturas (Oriente, Iliria, Italia, Galias) que, a su vez, se dividen en diócesis (al frente de las mismas estará un vicario dependiente del Emperador) y éstas en provincias (con un gobernador con funciones administrativas y jurisdiccionales). Con el emperador Justiniano no se alcanzaran nuevos cambios políticos ni verá cumplido su sueño de la unidad romana y cristiana basada en la universalidad del imperio y de la iglesia. Sin embargo, lo que sí conseguirá, y por ello la historia le recordará, su gran compilación jurídica.
El Derecho Romano es aquel ordenamiento jurídico que rigió al pueblo romano desde el siglo VIII a.c. hasta el siglo VI d.c. (754 a.c. al 565 d.c.), siendo el Corpus luris Civilis (C.I.C) el gran monumento jurídico, mandado compilar por Justiniano , donde se recoge todo el saber jurídico y, en consecuencia, es un pilar decisivo en la Historia jurídica mundial. Sin embargo, con Justiniano no concluyó el Derecho Romano, ya que lo vemos surgir de manera esplendorosa nuevamente a partir del siglo XII en lo que ha venido a llamarse el Renacimiento jurídico medieval, influyendo de manera decisiva sobre los Códigos Civiles vigentes.
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